2.10.2011

Roses

La bahía, esa vieja, ni recuerda el tiempo que ha dormido
entre peces, mariscos y cañones de barcos hundidos,
junto a tuertas calaveras de bañistas, pescadores y marinos,
con los restos de otros pueblos y sus ánforas de aceite y vino.


Esa vieja, la bahía, como cada verano al sol despierta
y busca su peine de viento y peina su arena;
arena de acordes alegres e historias con llanto;
arena de huesos molidos, corales y naufragios.


Esa vieja bahía de Rosas una vez arreglada y morena
se mira en espejos de agua, se siente coqueta,
se gusta con su vestidito de pescados y lentejuelas,
y con una sonrisa de espuma de mar y barcos de vela
se irá, más que guapísima, esta noche de juerga
Le diremos tramuntana cuado esté bailando habaneras

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