11.07.2011

Destinación

Un sólo sello
y me envié a pisar mis calles
con mi ciudad, con mi perro.
Pasé junto a la escuela de música para mis oídos,
una niña me atropelló a toda ostia
bici rosa, tablas al viento y grito en boca.
Pasé junto a cien mil idiomas en cien mil caras nuevas
de las que antes no se dejaban ver por aquí.
Vestían remera o abrigo,
todo dependía de cuando habían salido
de su casa hacia esta pasarela de variedad.
Pasé con presión junto a muchos bares,
casi caigo en el placer del pecado
y pensé en tirar piedras a mi propio tejado.
Pensé que no estaba entendiendo nada de nada
aunque tal vez nada había que entender
(suspiro y alivio). 
Pero me gustó tanto pisar, pasear.
Me gustó tanto comer mandarinas por mis calles,
recoger castañas y, en el mismo parque,
saludar al otoño que se caía de los árboles,
y sorprender en las ramas ya desnudas
los zapatos que se habían escondido en primavera.

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